Un mapa de inteligencia es un gráfico con una red de relaciones que emula las conexiones neuronales del cerebro. Se va creando mediante un conjunto de asociaciones espontáneas que vamos realizando a partir de un concepto que suscita la fluidez de ideas.
Por ejemplo, en un equipo de trabajo focalizado en la generación de negocios vinculados con el servicio turístico, la palabra “placer” o una imagen que simbolice este concepto puede actuar como estímulo inicial. En una clase de Economía en la que se apliquen técnicas de neuroaprendizaje, la palabra “racionalidad” cumple el mismo objetivo. En un grupo de creativos publicitarios trabajando en un comercial sobre jugo de manzanas, el término “natural” puede ser el punto de partida.
A nivel individual, estos mapas son extraordinarios para fijar conceptos, por ejemplo, mientras se toma nota en una clase, se prepara una conferencia o se estudia un tema en particular.
También lo son para preparar cualquier tipo de exposición, como un informe sobre abordaje de nuevos mercados o describir el concepto de un nuevo producto o servicio en una presentación.
En todos los casos ocurre lo mismo: a partir de un disparador inicial, se produce una conexión neuronal que provoca una multiplicación de asociaciones, consecuentemente, la formación de nuevas redes o la modificación de las existentes en el cerebro, facilitando el alcance de los objetivos y las metas.
Lo que se pretende con esta técnica es trabajar con un sistema que reproduce la configuración de las redes neuronales, y ello debe hacerse en un ámbito que inhibe comentarios críticos o pensamientos negativos dado que éstos pueden afectar la fluidez de ideas.
De la capacidad de asociación que permiten los mapas de inteligencia se deriva el pensamiento irradiante, siempre presente en los procesos en los que es necesario “irradiar”, es decir, mover la mente en diversas direcciones a partir de un centro determinado.
Los mapas de inteligencia son tan efectivos a nivel individual como grupal. En el segundo caso ya no escuchamos solamente nuestra propia voz. Prestamos atención a sentidos mucho más profundos que nos permiten descubrir, percibir, las expresiones de los otros y, paralelamente, aplacar la ansiedad de expresar lo nuestro.
De este modo se genera una conciencia de pensamiento grupal que favorece tanto la interacción como sus resultados.
En síntesis:
Si estamos solos, nuestro cerebro trabaja generando asociaciones riquísimas de ideas.
Si el trabajo es compartido, el aporte de cada uno de los integrantes genera una mecánica de funcionamiento sinérgica que mejora sustancialmente los resultados del conjunto.
A nivel individual, toda persona que comience a utilizar estos mapas observará efectos positivos en el corto plazo. Por ejemplo, si tiene dificultades para fijar lo que ha escrito durante una reunión o una conferencia, notará que con esta técnica mejora su memoria.
Por otra parte, tomar notas en forma tradicional (lineal) requiere demasiado tiempo, porque la mayoría de las personas escriben muchas palabras. Al utilizar mapas de Inteligencia dicho tiempo se reduce.
Asimismo, cada uno de los estímulos, tanto verbales como no verbales, actúa como un precipitador de memoria absolutamente más amplio y decisivo. Ello permite destinar más tiempo a escuchar o tomar parte en el debate, según el caso.
En definitiva: los mapas de inteligencia tienen múltiples y eficaces aplicaciones, por ello, constituyen una herramienta cuya utilización recomiendo efusivamente, no solo por mi experiencia personal altamente positiva, sino también por los excelentes resultados que han obtenido todas las personas que los han incorporado.
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